Monday, April 26, 2010

Uribe, Kirmen. Bilbao-New York-Bilbao. Anagrama, 10.

Kirmen Uribe es un joven escritor vasco que sólo escribe en euskera. No es como, por ejemplo, Bernardo Atxaga, que escribe sus obras y después las traduce él mismo. No, Uribe se concentra en su lengua vasca natal y, de esta forma, ya ha conocido diversos premios, entre ellos del de la Crítica en 2007, por su libro de poemas Mientras tanto, dame la mano (2003)

No había leído nada hasta ahora de él (poca producción tiene), pero me ha dado la sensación de estar cómodo escribiendo, con desenvoltura y, además, con genio creativo. Nuestro escritor busca (o posee) un estilo propio en el que se entrelazan las historias, los personajes, juega con el tiempo, pero todo ello sujeto a un cañamazo (que palabra más fea) que sustenta todos sus correrías literarias.

Este tipo de literatura desconcierta a lectores no avisados, porque en ella se busca no sólo contar una historia, sino cómo contarla; por supuesto lo mejor posible; con esa inquietud que tiene todo artista de buscar nuevas formas de expresión, que impacten en los lectores de la manera más absoluta. El absoluto en nuestros días puede ser: belleza, ingenio, sadismo, muerte, pesimismo, erotismo, aventuras, ideologías… He puesto algunas cuantas y muy variadas, para que se vea lo que hay actualmente en el mercado.

No es así la novela de Uribe. Me refiero a algo desagradable o incómodo para el descanso. Es, más bien, una historia familiar de tres generaciones en busca de un pequeño barco perdido, enlazada con la vida presente del propio escritor, quien se adivina desde la primera página como narrador principal en primera persona.

Habría que decir que Kirmen Uribe tiene ya, casi 40 años, y no tiene, todavía… Digo esto porque su ruta artística parece perfectamente diseñada y ya lleva años discurriendo por ella. A parte de sus títulos académicos es autor de proyectos multimedia, que intercomunican la literatura con cualquiera otra de la Bellas Artes. Este es un trabajo de un futuro en el mundo del arte absolutamente revolucionario.

Pero es que además, Uribe se ha relacionado mucho. Ha sabido contactar con las personas adecuadas. Desde sus estudios de postgrado de Literatura Comparada en Trento, a encuentros literarios en Europa, Asia y América. Es traductor de novelas y poesía y colaborador de varios periódicos, entre ellos The New Yorker. Algunos de sus libros han sido traducidos al castellano, inglés, francés y ruso.

Ahora que lo pienso; después de haber dedicado un tiempo a este escritor, sí cabe la palabra, todavía. Falta esa, o ese conjunto de grandes novelas, que consagran a un autor, o una obra poética que cree escuela o se le permita incorporarse a alguna.

Juan Carlos Eizaguirre
22.4.10

Thursday, April 22, 2010

Pinilla, Ramiro. Las ciegas hormigas. Tusquets, 2010. 319 páginas. 19 euros.

No cabe duda que en la Editorial Tusquets han sabido tratar como se debe a Ramiro Pinilla. Ahí están las tres últimas tres obras de este octogenario vasco que desde mediados de los setenta estaba reñido con el mundo de las grandes editoras e iba por libre con sus ediciones “artesanales”, dice.

Las ciegas hormigas fue Premio Nadal 1961. Era ya entonces un importante galardón. En la novela el lector se va a encontrar con un Pinilla ya maduro (39 años); escritor con cuajo, con una visión de la vida que él diría realista, pero que en realidad es pesimista, experimentado en la lucha por el vivir de cada día. Su estilo parece tallado en piedra, osco, muy propicio para describir el carácter y laconismo del hombre del casero vasco. Quizá, o sin quizá, se excede en su descripción de personajes y lugares; en este sentido, recuerda en ocasiones al tremendismo de Camilo José Cela y su Familia de Pascual Duarte.

Se podría decir que Las ciegas hormigas (no Ramiro Pinilla) pertenece a un estilo tardo romántico triste español, que se encuentra sobre todo en Cataluña. Por ejemplo: Mercedes Salisach (Planeta), Carmen Laforet (Nadal)… o Carmen Martín Gaite y Aldecoa en Madrid… no me vienen a la cabeza más nombres. De hecho no crean una escuela literaria, y muchos derivan a estilos más actuales. No obstante triunfaron y recibieron premios y reconocimiento crítico; no de todos, pero sí de buena parte de la crítica. La mayoría vive; no estamos hablando de unos tiempos remotos.

Volviendo a la novela que nos ocupa… pues sí, es de un romanticismo triste, impropio del Pinilla posterior, pero de todas formas ese romanticismo no es amatorio, suave y vaporoso (que hay veces que los lectores confunden los términos). Es trágico. Se trata de una lucha titánica contra todo: la tierra, el clima, los poderosos, la propia familia. El autor presenta una sociedad desgarrada tras la Guerra Civil (guerra entre hermanos), padeciendo muchas necesidades.

En esta situación, un barco cargado de carbón es arrastrado por el temporal a los acantilados de La Galea, en Getxo (Vizcaya). Es una zona rural en ese tiempo, en su mayor parte. Sebas vive en uno de los caseríos con su esposa y cuatro hijos. La tentación de hacerse con una buena parte del carbón es fuerte, pero la Guardia Civil vigila.

De una manera dramática e indómita se precipitan los acontecimientos. Pinilla esgrime un estilo novedoso para esos tiempos: el monólogo interior, con varios narradores; también alguna secuencia con flash back. Pero el peso de la narración lo lleva Ismael, el hijo pequeño, de 14 años.

No ha pasado el tiempo por encima de esta buena novela, quizá demasiado agria y con una concepción pesimista de la vida y del hombre, pero que a la vez enaltece su capacidad de trabajo, reacción y coraje para sobreponerse a las dificultades. He echado de menos algún sentido trascendente en situaciones de tanta angustia y dolor.

Juan Carlos Eizaguirre
20.4.10

Tuesday, April 20, 2010

Tabucchi, Antonio. El tiempo envejece deprisa. Anagrama, 10. 16 euros. 171 páginas

Antonio Tabucchi es uno de los mejores escritores europeos en la actualidad. No lo es de mayorías, como lo podría ser un autor de thrillers de reconocido prestigio, pero sus seguidores en todo el mundo se cuentan por millones. Y es que Tabucchi pertenece, podríamos decir, al mundo intelectual de la literatura. Gran observador de la realidad cotidiana, es una especie de filósofo de la vida, que desgrana con una prosa amena y cercana, con cierta ironía.

Estamos ante una relación de cuentos. En sus últimas novelas, cuentos y ensayos, el autor aborda el tema del tiempo. Mucho debe atraerle y preocuparle a Tabucchi este llamémosle fenómeno que se nos escapa de las manos que es el devenir de las cosas. ¿Pasado, presente, futuro? ¿Quién inventó eso? Si en realidad el tiempo no existe: es una realidad de la razón con fundamento en la realidad. Delicada y sugerentemente nuestro autor va profundizando en esta realidad dudosa que nos circunda, que a muchos haces felices, mientras que para otros es motivo de sufrimiento. La vida es un continuo flujo de sucesos que hay que saber aprovechar para lograr una situación placentera. Esto no está exento de esfuerzo; no se trata de un “vive y deja vivir”. Dominar la propia naturaleza es una dura batalla que no se conseguirá sin ayuda. De ahí la importancia de las relaciones familiares positivas y amorosas, las sociales y, en definitiva, la ayuda de Dios.

Pero Tabucchi no es un hombre que esté en las nubes. Está profundamente comprometido con su tiempo, con la sociedad en la que vive. Baste el ejemplo de sus duras críticas a “la farsa” de la Europa actual, ajena a cualquier ideología y convertida en una gran caja registradora. Y no lo está tampoco al juzgar las situaciones de los distintos conjuntos de personas o clases sociales o colectivos culturales, como se les suele llamar ahora. Pero esto último queda mejor reflejado en sus novelas, que son un verdadero placer intelectual lleno de sentido del humor. Los cuentos, cartas, ensayos, son más herméticos. Hay que conocer bien a Tabucchi para saber interpretar el calado de sus contenidos: poder entenderle bien, pues no es un escritor conformista, que se limite a decir, “esto es lo que hay, y yo lo veo de tal manera”. No. En Tabucchi hay un luchador nato, apasionado por la vida y por la belleza.


Juan Carlos Eizaguirre
15.4.10
Chalandon, Sorj. Mi traidor. Alianza Editorial, 10. 225 páginas. 17 euros.

El conflicto de Irlanda del Norte, todavía sin solucionar, es el objeto de este trabajo de investigación, más que novela, del escritor y periodista Sorj Chalandon, que ha sido durante muchos años reportero del diario francés Libération y ha dedicado treinta años de su quehacer profesional a estudiar, analizar y difundir como testigo directo, la auténtica guerra civil habida en Irlanda.

Chalandon es, ante todo, periodista y las fuentes que utiliza son de primera mano. El modo de expresarse es, por tanto, fluido y directo, sin adornos, escueto, como una crónica. No fija su atención tanto en los personajes como en los hechos, en el ambiente de destrucción y sufrimiento: está dando noticias del desastre en ese país durante muchos años. La lucha entre católicos y protestantes, el IRA y el Ejército británico, republicanos y unionistas.

Este es el sustrato verdadero, con lugares y fechas verificables. Chalandon cambia los nombres de los verdaderos protagonistas y juega el despiste con algunas situaciones de lugar y tiempo, además de crear un soporte argumental que sostenga a sus nuevas creaciones.

Antoine es francés. Un joven ebanista que se dedica a la restauración de violines. Y también es un enamorado de Irlanda, país al que acude cada año en vacaciones. Allí se siente a gusto cada vez que va y, quizá esta sea la parte menos creíble de la fabulación, conoce a personas relacionadas con el IRA, que hacen una vida pobre y normal. Poco a poco se gana su confianza y se introduce en sus ramificaciones hasta hacer algún servicio, pero no contaré más del argumento. Sólo añadiré que le presentan a Tyrone Meehan, uno de los líderes, que influirá mucho en él.

Respecto a este argumento debo advertir que Sorj Chalandon conoció en profundidad a muchos líderes republicanos activistas, entre ellos al líder Denis Donaldson, en realidad topo de los ingleses, que tiene bastante similitud con el Meeham de ficción.

En definitiva, estamos ante un excelente libro testimonio que abarca más de treinta años, con garantías de veracidad, de la dolorosa situación de Irlanda del Norte.

Juan Carlos Eizaguirre
16.4.10

Wednesday, April 14, 2010

Pinilla, Ramiro. Sólo un muerto más. Tusquets, 09. 274 páginas. 19 euros

La novela es de excelente factura. Vaya dicho esto por delante porque, para mí, Ramiro Pinilla es un escritor que se sale de lo corriente. Y lo corriente es, tras haber ganado el Nadal y el Premio de la Crítica en 1961 con Las ciegas hormigas, y haber sido finalista del Planeta en 1971, seguir en el mundo editorial y abrirse paso, pues hay mimbres, en el proceloso mundo literario.

Pues no. Nuestro autor, se retira a editoriales “más artesanales” (¿qué es eso?) durante treinta años, para irrumpir a los 84 o 85 años en la gran competición con una fabulosa, bien trabajada y algo larga trilogía, titulada Verdes Valles Colinas Rojas. Éxito de ventas y ganadora de varios premios. Y no satisfecho con esto, “repleto de juventud en tarde de áurea madurez”, ha reeditado Las Ciegas hormigas y ha escrito una novela policíaca de bastante mérito, de la que ahora nos vamos a ocupar.

Se desarrolla en Getxo, lugar del País Vasco por el que Ramiro Pinilla tiene bastante querencia para ubicar sus novelas. En Getxo se desarrolla la trama de Las ciegas hormigas y la trilogía Verdes Valles, Colinas Rojas.

Sólo un hombre más es un virtuosismo literario. Sancho Bordaberri es un librero de Algorta (Getxo), al que le apasionan las novelas negras americanas en boga (estamos en el año 1947). También le gusta escribir, pero toda su obra literaria es rechazada por las editoriales a las que envía sus manuscritos. Un poco soñador y aventurero, decide hacerse detective privado, al igual que sus héroes americanos. Esta idea forma cuerpo al recordar el homicidio en la playa de Arrigúnaga de un joven, meses antes de comenzar la Guerra del 36 y que, precisamente por la Guerra, el asunto fue dejado de lado.

Nuestro detective, que ahora se hace llamar Samuel Esparta, comienza a indagar, a hacer preguntas... y la trama sigue. Pero yo creo que lo más importante de la novela está en el excelente uso de la técnica de la meta novela, es decir: Sancho sigue existiendo, con sus inseguridades y falta de ventas, a la vez que, sin solución de continuidad se convierte en Samuel Esparta, atrevido y sagaz. Digamos que no es un estado esquizoide, ya que por las mañanas se viste de chaqueta y corbata para representar mejor su papel de detective, que le llevará a escribir una buena novela realista, que es lo que a él le hace falta. Pero la meta novela esta servida, y muy brillantemente además, sin confusiones. Dicho esto, y asumido por el lector, he de decir que hay una novela más, que aflora en el bullicio de las dos anteriores y en el bullicio de las diversas tramas. Sí, Pinilla consigue introducir una novela dentro de su meta novela. Pero lo más importante es el encaje de bolillos para llegar a buen puerto y descubrir al asesino. Porque hay un asesino, ¿no?

Juan Carlos Eizaguirre
3.4.10