Tuesday, October 13, 2009

Aranguren, Miguel. La hija del ministro. Editorial La Esfera de los Libros, 09

Miguel Aranguren escribe cada vez mejor. No he leído al completo toda la amplia producción literaria de este joven autor, pero sí lo suficiente para poder apreciar su camino hacia la madurez que consigue, a mi juicio, en la presente novela.

No me defraudó en su anterior trabajo, La sangre del pelícano, aunque todavía se observaban matices corregibles tanto en la capacidad de fabular, como en el tratamiento de los personajes y ambientes: un poco sincopados. No le faltaba nervio a esa novela, eso sí, pero yo apreciaba ciertos desajustes argumentales, quizá porque el reto que se planteó el autor era muy ambicioso y quizá no estaba preparado para convertir su idea en una gran novela.

Si embargo La hija del ministro es un trabajo mucho más cuajado, más maduro, donde tanto el fondo como la forma se nos muestran maduros. ¿Pero qué son el fondo y la forma? Pues sencillamente, la capacidad mental creativa y la capacidad de expresarlo por escrito con belleza.

Estos dos requisitos los cumple Miguel Aranguren con largueza. Piensen cuántas novelas se han escrito sobre nuestra Guerra Civil. ¿Cientos? Pues nuestro autor hace una labor de filigrana desarrollando la línea argumental en los tiempos de la II República y después la Guerra, para saltar al presente.

En este momento hay que recalcar dos grandes logros del escritor. Primero, como utiliza (juega) con la secuencia temporal, utilizando no sólo el flash back, sino un sutil cambio de escenario sobre la marcha; sin avisar, sin puntos, sin espacios en blanco: por ejemplo, en una conversación, a la pregunta de uno de los personajes le contesta otra persona que no está presente, sino en otro lugar, y allí se traslada la acción.

Y el segundo logro a destacar es que presupone que el lector posee conocimientos históricos, de tal manera que la novela no cae en un confuso relato de novela pasional y pinitos históricos. Los personajes reales que salen (en un segundo plano) son para dar más credibilidad a la historia. Porque la historia, a lo largos de tantos años, no es más que una historia de amor, de encuentros y desencuentros, del sufrimiento que acarrea decir la verdad.

Para finalizar, yo diría que, además de todas sus dotes literarias, Aranguren ha puesto algo más, ha puesto el corazón.

Quizá a los herederos de los republicanos de aquella época no les haga gracia la novela, pues la acción transcurre la mayor parte en un Madrid acosado y dominado por republicanos y posteriormente por milicianos, narrándose escenas de sus abusos.

Juan Carlos Eizaguirre
13.10.09

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