Wednesday, August 19, 2009

La última escapada es el tercer libro traducido al español de Michel O´Brien, que esta teniendo una gran aceptación. Su primera novela, El Padre Elías obtuvo también un notable éxito en el número de ventas y fue muy bien acogida por la crítica. Sin embargo, su segundo libro, El librero de Varsovia, obtuvo menor éxito, quizá por ser demasiado parecido a un ensayo; decía y argumentaba ideas coherentes, pero no era eso lo que esperaban los lectores, acostumbrados al thriller apocalíptico de El Padre Elías.

Pero ciñámonos a la novela que nos ocupa, La última escapada. En la portada se exhibe un subtítulo que bien podría centrar el comentario de esta novela. “Cuando el Estado llamó a la puerta para educar a sus hijos, Nathaniel Delaney tomó una decisión: ser libre.

Pero para no desorientar al lector, lo primero que hay que afirmar a continuación es que estamos ante un thriller; un poco peculiar si se quiere, pero con todos los condimentos para denominarlo así. La acción transcurre en una pequeña población cercana a Vancouver. El relato se muestra como el hallazgo de un manuscrito de años atrás en el desván de la casa de una familia. La lectura del manuscrito es la novela.

O´Brien retuerce un poco la realidad de las cosas en lo que se refiere a puntos básicos de la convivencia entre los hombres y mujeres de hoy. Ese retorcimiento es más que nada una opinión de adonde irán a parar los pueblos del mundo si sigue la derrota que está tomando Occidente. El arranque argumental nace, efectivamente, en la libertad de enseñanza y en los derechos de los padres sobre la educación de sus hijos. Nathaniel, padre separado y con dos hijos, es un escritor y periodista que ataca duramente a las nuevas tendencias del totalitarismo de estado proveniente de las izquierdas. Por ello se le hace el vacío en los foros que frecuenta y se trata de que sus hijos lo delaten por abusos sexuales, para detenerlo. Esto en dicho en pocas palabras. Materialmente, se escapa con sus hijos de 9 y 7 años a las montañas. Ahí transcurre toda una aventura en la que se verán involucrados peligrosamente por unas autoridades excesivamente obcecadas en su persona y en su familia.

El juego con los espacios temporales – lo que hace de maravilla – le permite al escritor ahondar en por qué le pasa todo esto. Y es en esos momentos de reflexión donde O´Brien vierte toda su crítica social sobre, como hemos dicho ya sobre la educación y que los padres son los primeros educadores de sus hijos; el Estado no puede sustituir esta función nunca, salvo que caiga en un desliz totalitario. Ojo, porque estas cosas están comenzando a suceder ya en bastantes países, no tan exageradas como en la novela, pero llevan la misma derrota. Seguimos: reflexiona el escritor también sobre la familia: la fidelidad entre los cónyuges, el espíritu de sacrificio para sacar los hijos adelante: “para ser feliz con una familia con hijos hay que pagar un precio: el egoísmo”;
la libertad, no sólo como una capacidad de elección, sino de elegir el bien: el bien para mi y para los que rodean (esto comporta sacrificio, el precio del egoísmo); el amor, como donación de uno mismo: esa capacidad no sólo de dar, sino de darse: “donde no hay amor, pon amor y sacarás amor”; también recapacita sobre sus errores, sobre el haber estado pagado de sí mismo, el exponer sus ideas sin respetar a las personas, el haberse convertido en un agnóstico por comodidad, por no querer implicarse internamente en lo que la Iglesia Católica enseña.

También hay otros problemas que preocupan al escritor y que pone en boca de su personaje principal: el engaño, la mentira, la credulidad de la sociedad ante temas aberrantes como el aborto o la eutanasia, el todo vale si lo que prima es la sociedad del confort… ¿Los “viejos tiempos” son de suyo desechable y sólo vale lo nuevo? ¿No habrá en las cosas tradicionales sabiduría que perdure para siempre?

Muchos podrán estar en desacuerdo con las opiniones de Michael O´Brien, pero no deben formarse opiniones si no han leído el libro. Porque el libro, señoras y señores, es un monumento a la literatura. ¿Qué decir? Que está excepcionalmente bien escrito y estructurado, que se deja leer con suavidad, no es agresivo, es entretenido (no olvidemos su trama de continua acción).

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