Friday, June 19, 2009

Simenon, Georges. El fondo de la botella. Tusquets, 2003. 210 páginas.

Comentaba Simenon que, como se había enriquecido tanto con el éxito de sus novelas policíacas, y había ganado tanto dinero, podía permitirse el lujo de dejar largas temporadas para escribir lo que a él verdaderamente le gustaba.

El fondo de la botella es una de ellas. Y a nuestro genial escritor le gustaba introducirse por los pequeños vericuetos de la vida de los hombres, escribir sus pequeñas o grandes andanzas, las situaciones familiares corrientes, a veces llenas de hastío…. Simenon en estos casos se nos muestra con una visión más bien pesimista de la vida; es como si la o las personas estuvieran atrapadas en sus propias redes de ineptitud, mentira o maldad en grados muy diversos.

Los personajes de estas novelas excelentemente cuidadas se nos muestran muy reales; tal cual es la vida. Es el propio escritor quien va introduciéndolos con una deliciosa fantasía en situaciones a las que no hubieran querido llegar, en hechos en los que no debieran haber incurrido. Es curioso como aparece constantemente el binomio verdad – mentira; y cómo ésta arrastra hacia el mal, ya sea moral o una situación incómoda sin más.

Así lo podemos apreciar en EL fondo de la botella. P. C, responsable abogado de la zona de frontera con Méjico, llamada Tumacacori y propietario de un buen rancho, miente a su esposa cuando una noche de tormenta aparece en casa un hermano suyo evadido de una cárcel cercana. Le dice a su mujer que son amigos de la infancia. Su hermano le sigue la corriente, que formara verdaderos remolinos de malos entendidos, y de odios entre la selecta vecindad de rancheros adinerados. PC, sin que nadie lo sepa debe ayudar a cruzar el río salido de madre por las lluvias, a su hermano y pasarlo a Méjico, donde le espera su mujer y tres hijos.

Toda la trama resulta muy ácida, como si los personajes no tuvieran otra cosa que hacer que beber y beber, prolongarse de fiesta en fiesta completamente ebrios, y murmurar de los demás. En este sentido, el cuadro que nos pinta Simenon en esta novela es desolador por su pesimismo existencial que les conduce a los personajes a refugiarse en el alcohol, para huir de su angustia, del fracaso que están siendo sus vidas.

Admirable calidad literaria de una novela con mucho fondo.


Juan Carlos Eizaguirre
18.6.09

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