Monday, January 17, 2011

Gibbons, Stella. La hija de Robert Poste. Editorial Impedimenta, 10. 357 páginas.

Ha tenido una buena acogida de la crítica española (no tengo datos de ventas) esta novela de la escritora inglesa Stella Gibbons. Obtuvo recién editada, en 1932, una reconocida fama en el mundo anglosajón y en Alemania, por no decir que en casi toda Europa. Se le concedió el prestigioso Prix Femina-Vie Heureuse en 1933.

Stella Gibbons tuvo una extensa obra literaria, pero La hija de Roberto Poste es la que más fama le proporcionó, pasando el resto de su obra a un segundo plano.

Estamos ante una novela de humor. Muchos expertos en literatura inglesa la califican como la mejor novela de humor escrita nunca en lengua inglesa. Atrevidas palabras, que me limito a transcribir. Lo digo para que el futuro lector sepa que está ante un monumento literario y no se deje influenciar por mi opinión.

En la primera edición en español en 2010, debemos de caer en el tópico al decir que el humor inglés es distinto. La escritora tiene el acierto de rescatar algo poco experimentado en esas fechas: contrastar el mundo rural británico más profundo con la alta sociedad y tiesura de las grandes ciudades. Se trata de lo que luego se ha convertido en miles de parodias y novelas con los dos tipos de protagonista: el patán torpe de campo, que es muy bruto y receloso; y el caballero o la señora que no puede soportar tanta falta de educación, y desprecia o se ríe cruelmente. Esto es por decir algo, porque las variantes pueden ser casi infinitas. Y, tanto en la literatura como en el cine o en el teatro abundan los ejemplos. Esta novedad es del triunfo de Stella Gibbons.

Flora es la hija del señor Poste que, una vez fallecido éste, se encuentra sin familiares cercanos. Ella ha sido educada a pan y manteles y se ha convertido en una bella muchacha de veintitantos años, sin fortuna y, sin por supuesto, deseos de trabajar, sino de seguir con la moderada juerga que era su vida hasta entonces. Va desechando a varios parientes lejanos, hasta que no le queda más remedio que ir a vivir con unos parientes en un remoto pueblo del Norte, donde unos parientes poseen una granja. Los personajes que describe nuestra escritora me han recordado, en cierta medida, a los de La Familia de Pascual Duarte, novela de Camilo José Cela.

Y en el juego de tira y afloja de flora con sus atrasados parientes se nos ofrecen verdaderas escenas de humor, porque la muchacha no es de las que se arredran; más bien todo lo contrario: arma una verdadera revolución.

Bien, sí. Es una novela de humor muy bien trazada. Pero a mi me gustan más las de P. G. Wodehouse.

Y para no dejarnos nada en el tintero, habré de añadir que la obra de Gibbons ha pasado a la historia por su inventiva, su chispa inteligente, pero no por su expresión artística.

Juan Carlos Eizaguirre
18.11.10

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