Tuesday, September 18, 2007

Torday, Paul. LA PESCA DEL SALMÓN EN YEMEN. Salamandra, 2007. 315 páginas.

El autor es un profesional de la ingeniería marina y un apasionado amante de la pesca del salmón. Es ésta su primera novela, propiciada por su afición a la pesca, que cuenta con dos aspectos que han favorecido a que la obra sea un éxito: sus estudios de literatura en Oxford; y su sentido del humor, que impregna cada pasaje de la novela.

La estructura del libro es atípica: el autor narra la acción, los paisajes, la estructura psicológica de los personajes... valiéndose del ya conocido sistema de cartas cruzadas (en este caso, cartas de organismos oficiales), correos electrónicos, un diario, unos interrogatorios... Todo salpicando aleatoriamente la obra, como si de salmones saltando en las aguas se tratara.

Aunque el argumento, se podría decir, consiste en la peregrina idea de un acaudalado jeque de Yemen, de hacer posible la pesca del salmón en su país, pues él es un gran aficionado, y pasa largas temporadas en Escocia dedicado a este deporte, en realidad se trata de un canto a la naturaleza y al sorprendente ciclo vital de estos peces de río y mar.

Pero sigamos con el inicio del argumento, que no tiene desperdicio. Una de las empresas de este jeque en Inglaterra contrata los servicios de una agencia estatal para que le hagan un estudio de viabilidad. En la citada agencia se quedan de piedra ante tamaña propuesta, pero hay razones políticas de por medio, y el trabajo se acomete.

Toda la narración desde la primera línea es verdaderamente cómica; se podría utilizar la palabra esperpéntica, donde no falta cierta intriga y tensión amorosa.

Como verá el lector, no he hecho más que esbozar el comienzo de una historia que acaba bien para unos y mal para otros.

Quizás se le pueda achacar que sea una historia superficial. Puede que sí pero, en todo caso, una historia que sabe hacer aflorar los sentimientos humanos más íntimos y, que en uno de los casos, conducirán a salvar el matrimonio del principal protagonista.

Para finalizar, no quisiera que el lector piense que se encentra ante un libro para amantes de la pesca y que es más o menos gracioso. Desde luego, no se puede negar el humor a raudales: ingenioso y chispeante con una historia por contar.

Juan Carlos Eizaguirre
14.9.07

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