Monday, January 17, 2011

Swarup, Vikas. Seis sospechosos. Anagrama, 10. 541 páginas.

Debutó con campanillas este aún joven diplomático indio, hace dos o tres años. ¿Quién quiere ser millonario? Obtuvo, como digo, un gran éxito y se difundió por los cinco continentes, llegando a recibir el espaldarazo final de convertirse en una película de calidad y taquillera.

Tanto en Seis sospechosos como en su opera prima Vikas Swarup no se sustrae, no quiere sustraerse, del concepto de libro testimonio. Opino que hace bien, incluso teniendo en cuenta que la producción de libros de este tipo no es precisamente escasa e, incluso de calidad. El fenómeno que ha experimentado la literatura mundial en este sentido: refugiados que han conseguido huir de la tiranía de sus países y que luego tienen la habilidad de escribirlo y cosechar éxitos… o no.

En todo caso, nuestro autor va más allá de un sencillo y certero testimonio sobre la India. Seis sospechosos es la historia de un asesinato. Acción en la que se ven sospechosamente implicadas varias personas. La estructura de la novela es convergente. El escritor va presentando a sus personajes en mundos distintos y con distinta suerte en la vida; nada tienen que ver unos con otros; ni siquiera la localización geográfica.

Mira que a mí no me gusta este tipo de novelas “cortadas”, que van pasando de un personaje a otro, interrumpiendo la acción, para continuar con otra, que ya había interrumpido anteriormente. Pero, en fin, hay que rendirse a la evidencia: Swarup es un excelente fabulador y narrador. Parece que no escribe, sino que cuenta las historias.

Hay que alabar el orden en el flujo narrativo; evidentemente no le queda otro remedio, pues hay muchas escenas simultáneas y estamos ante una novela coral. No le queda más remedio, acabo de decir, pero hay que saber hacerlo; y además durante casi seiscientas páginas. Y con un realismo pulcro, elegante, sin pretensiones (cosa que le hace resultar muy cercano). Una buena novela en que hay que reseñar, a mi juicio, dos aspectos. Primero. Las páginas finales, en las que el autor dejará la descripción para opinar sobre una India pobre y corrupta, vista con unos tonos oscuros y pesimistas.

Y segundo. Dentro de esa inmundicia pordiosera y la riqueza de unos pocos que
solivianta a la mayoría de los abandonados de la fortuna, el erotismo como consuelo. Digo esto porque, me atrevería a afirmar, que a lo largo de toda la obra, no hay más que una relación amorosa que no antepone la genitalidad, el sexo, al amor verdadero y generoso. Y claro, como Swarup no es un escritor porno, pero debe y quiere dar a conocer las fragilidades de su India natal, al llegar a este tema, insinúa cosas de tono erótico, aparecen procacidades, pero nunca caerá en una marranada de sexo explícito.

Juan Carlos Eizaguirre
24.11.10

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