Tuesday, April 02, 2013

Grisham, John. Los litigantes. Plaza y Janés, 2012. 494 páginas

La última entrega de John Grisham es algo distinta de las anteriores, donde los thrillers y los despachos de abogados componían unas atractivas novelas de intriga y acción. Estaban escritas, podría decirse, de una manera fluida y asequible a un público adulto, que se deja engañar por la acción… y quizá gustarán, algunas de sus novelas a público adolescentes; hay algunas que son de cierta factura.

No sé si la manera de escribir de Grisham es estilo best seller: siempre pensando en libros que triunfen y pasen por varios expertos antes de ver la luz. Me inclino a creer que no es así. Estamos ante un lector de talento y para una gran variedad de lectores.
Esta última novela, Los litigantes, se sale en gran medida del tipo de las otras obras, a las que nos hemos referido en general. Y es que en ésta aparece algo sorprendente: el humor, una crítica un poco ácida del mundo de algunos abogados y sus pocos litigios; el mundo que les rodea, la familia, el destartalado bufete detalladamente descrito, los altercados con otras firmas de abogados, los apuros económicos.
Y es que Finley & Figg está compuesto por dos personas cuyos apellidos dan nombre al bufete, un lugar desangelado de cincuenta metros cuadrados. También suele ir por allí una mujer estrafalaria, que comenzó con ponerles una denuncia después de un chapucero divorcio. Es la señora Gibson que, poco a poco le tomó gusto al bufete, acude ahora como secretaria y sin cobrar.
Como ven, un núcleo esperpéntico con el que Grisham hace maravillas. Se podría decir que estamos ante una novela realista o: más allá costumbrista, donde el autor aprovecha para hacer un crítica del mundo del derecho, en un tono desenfadado.
Como la literatura es el espejo de la vida, se desprende de su lectura conocimiento del pueblo norteamericano (al menos de unos estratos muy concretos). Pero si nos ponemos a evocar la obra literaria de Grisham, todas sus obras nos reflejan el alma americana, cosa que ya hicieron autores pretéritos y de más categoría que nuestro autor.
El litigante es un abogado con problemas que se lanza a la calle a conquistar para su despacho heridos de carretera, ambulancias, va los entierros como uno de los amigos íntimos del difunto para, una vez “hecho migas” con algún deudo – si es posible el viudo o la viuda, los hijos… De esta manera podrá llevar los casos con unos relativamente sustanciosos honorarios. El caso de los fallecimientos da más dinero, pero hay que tener suerte: no existe testamento, anular los seguros de vida, etcétera.
Los litigantes puede resultar una novela que satisfaga cualquier fortuna intelectual en un fin de semana. Hay dos o tres concesiones al erotismo (impropio de Grisham). No es que sean defectos de forma. Yo las llamaría procacidades.

Juan Carlos Eizaguirre
28.2.13

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