Monday, April 29, 2013

Landero, Luís. Absolución. Tusquets, 2012. 318 páginas.

Se podría afirmar que Luís Landero es uno de los mejores escritores españoles actuales. En verdad posee una prosa fecunda y cargada de belleza; utiliza la secuencia temporal con maestría (No lo denominaría feedback; es algo más fecundo). Pero este aparente desorden se encuentra muy bien trabado, posee lo que se podría llamar unas luces rojas para advertir al lector que ya se encuentra en otro lugar, o que han cambiado los personajes… Y lo que es más importante, cuando se introduce en el monólogo interior cubriéndolo de reflexiones sobre la vida del protagonista (Lino); y también las conversaciones con Gálvez, Olmedo, el señor Levin y Clara, su novia, a la que abandona el pie del altar el día de su boda.
No se puede calificar la altura literaria de un autor por su belleza expositiva. Hay que mirar más a fondo; detectar lo que quiere decirnos el escritor. En definitiva, saber sus opiniones y actitudes vitales. En esto Landero se muestra totalmente desinhibido. En Absolución retrata su agnosticismo, su tristeza irónica (cáustica), el desconcierto ante la vida, sus futilidades, engaños y mentiras que concluyen con la muerte.
Todo lo que se dice en el párrafo anterior es terrible. Pero así lo denuncia Landero al que, siguiendo su caminar literario, se puede decir que se proyecta en sus personajes. Por eso hay que decir que este gran escritor es un gran escritor incompleto. Esta es, al menos, mi opinión. Hay muchos momentos en las vidas de las personas en las que la alegría de vivir es desbordante; son optimistas o pacientes en las incuestionables situaciones de sufrimiento, de tedio, que combaten con la fe: en los demás y en Dios. Landero es como es; y tiene derecho a serlo así: es libre; la vida le ha llevado por determinados caminos, que han forjado (libremente) sus ideas.
Pero hay más. Nuestro hombre no ofrece soluciones concretas. Lino, el principal protagonista, se muestra desconcertado; sus intentos de arreglar su vida son, como su persona y circunstancias, esperpénticos; conducen a un perpetuo fracaso existencial.
Me duele, me da pena haber puesto a Luís Landero a bajar de un burro. He pretendido que este comentario sirva de antídoto para mentes todavía sin hacerse, u otras que se vean confirmadas en la dejadez vital que tanto abunda en estos días. Y he dicho que me duele, porque Landero es uno de mis escritores españoles favoritos. Disfruto leyendo sus novelas con corte de ensayo. Tiene una capacidad de observación y una gracia para describir escenas de la vida cotidiana que, en verdad, me hacen reír. Además posee una prosa bellísima (aunque resulte un poco cursi escribir esta corta frase). En 1989 y en 1990 fue Premio de la Crítica y Premio Nacional de Narrativa. Y es que nuestro escritor hace pensar, además de proporcionar el placer de leer.

Juan Carlos Eizaguirre
14.3.13

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