Thursday, January 08, 2009

Sayers, Dorothy L. LUNA DE MIEL. Mondadori, 2008. 486 páginas.

La editorial Ramdom House Mondadori está teniendo el acierto de reeditar en España las novelas de Dorothy Sayers (1893-1956).

Esta escritora inglesa cultivó más que nada el género policiaco, convirtiéndose en un referente de la novela negra en la primera mitad del siglo XX. Si bien es en EE.UU. donde nace este modo literario, Inglaterra no le va a la zaga, pues no sólo contó con esta novelista; hemos de añadir los nombres de Chesterton, Agatha Christie o P. D. James, aunque el modo de trabajar de los escritores británicos se distingue a la legua del género negro americano. La diferencia fundamental estriba en el ritmo narrativo. Mientras que Hammett, Chandler, Wallace y otros optan por una novela cercana a lo sórdido, con protagonistas principales del tipo antihéroe: broncos, desaliñados y chulescos, los ingleses, fieles a su tradición, crean escenas y espacios amables, donde la policía o un detective privado indagan sobre hechos delictuosos. Aunque ambas corrientes persiguen los mismos fines, se distancian en la forma de exponer los hechos.

Así, un escritor inglés creará un detective dandi o de refinados modales que, con cierta falta de premura, indagará, interrogará a los muchos implicados en el crimen. Este modo de contar de ser alabado por sus fluidos diálogos, su chispeante ironía y el uso del acertijo para desenmascarar al delincuente.

Sin embargo en un escritor americano, primará la velocidad de la acción y el ingenio para tender trampas, que le sirven para descartar sospechosos o descubrir a los culpables. Todo ello protagonizado por un expolicía o detective privado, que no se lleva muy bien con las autoridades policiales.

LUNA DE MIEL es un ejemplo muy preciso para analizar el tipo de novela negra inglesa. Su protagonista es un lord al que gusta entrometerse (y con acierto) en crímenes por desvelar, casado con una escritora de novelas policíacas. En el caso que nos ocupa, la pareja acaba de contraer matrimonio y pasa su luna de miel en un lugar de la campiña inglesa. Y es precisamente en su casa donde se comete un asesinato; asesinato pulcramente contado, sin describir a la víctima. La famosa flema inglesa preside toda la historia, tanto en el modo de ser contada, como en el modo de sucederse los acontecimientos.

Pero después de descubrirse al asesino y encarcelarlo, la novela sigue. El motivo no es otro, por parte de Sayers, de descubrirnos la condición “mortal” del brillante matrimonio, sus defectos, sus fantasmas y debilidades interiores. Esto me parece una buena solución, que da más contundencia a los hechos narrados.
Juan Carlos Eizaguirre
8.1.09

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