Monday, March 16, 2009

Le Carré, John. El hombre más buscado. Plaza y Janés, 2009. 393 pp. 22,90 euros.

La Guerra Fría no concluyó de un plumazo. Pienso que su periodo de extinción pudo durar desde la Perestroika a la caída del Muro de Berlín.

A parte de innumerables e importantes asuntos que comenzaban a despuntar en la hasta entonces llamada Europa del Este, en el campo literario, a los que habíamos seguido la obra de John Le Carré hasta esa fecha, nos sobrevino una especie de frustración envuelta en duda: Cómo se iba a desenvolver el autor más famoso mundialmente de novelas de espías, si el mundo en que se desarrollaban había dejado de existir. Cómo volver a recrear esos mundos de personas y ambientes tenebrosos donde un bien relativo triunfa en la lucha implacable de las dos potencias mundiales de entonces.

La verdad es que en estos casi veinte años el escritor británico ha sabido adaptarse a la situación mundial y, podríamos decir, que a optado por la variedad de temas, siempre, claro está, del mundo del espionaje. Quizá quepan destacar entre otras, El sastre de Panamá, de 1995, en la que se critica los intereses particulares de los Estados sobre el bien común; Single&Single y Amigos absolutos, dos espléndidas novelas donde el hecho ideológico es tratado desde dos perspectivas bien distintas; tampoco podemos olvidar El jardinero fiel (llevada al cine), una detallada denuncia social acerca del mundo farmacéutico y sus abusos en África.

En febrero de este año se ha traducido al español su último trabajo, que sus editores han declarado es la postrera novela de Le Carré. El hombre más buscado.

Después de varios meses de propaganda ha salido el libro. He de confesar que, después de tanto clarinazo me esperaba una obra épica, enorme, de calidad, como este autor nos tiene acostumbrados. Pero a mi juicio no ha sido así. Me he encontrado con una novela sencilla, escrita con corrección, que posee cierta tensión en su argumento... pero nada más. Más que una despedida, me ha parecido un naufragio. Pero de ese naufragio he conseguido distinguir dos características típicas de John Le Carré.

La primera: su pesimismo, que yo calificaría de congénito. Es decir, toda la obra de este excelente escritor está empapada de un pesimismo vital, de una tristeza que (como diría un amigo mío) le lleva a concluir no sólo que las cosas importantes de este mundo están mal, sino que además no tienen arreglo.

Es duro vivir con esto sobre la conciencia; porque además yo estoy casi seguro de que Le Carré ve las cosas así, y no sólo en sus novelas. Si se le ha leído con interés, buscando al hombre que hay detrás, se puede apreciar en lontananza cierto nihilismo: las cosas son nada: para que sufrir. Pero Le Carré no se da cuenta de que cayendo en esos lazos sutiles se sufre más que Shopenhauer.

No quiero cansar a mis lectores. Segundo resto del naufragio. El amor del autor por sus personajes. El modo cómo concibe y trata a sus personajes; sus trazos profundos, de huellas tanto para el bien como para el mal; en definitiva, el modo de moverlos por las páginas de sus obras, es un de los aspectos que más atraen de Le Carré. Es algo parecido, pero más modesto por su menor cantidad, a lo que le sucedía a Charles Dickens.


0 Comments:

Post a Comment

<< Home