Monday, May 02, 2011

Pezeshkzad, Praj. Mi tío Napoleón. Ático de los libros, 2010. 702 páginas.

No sé si este escritor iraní vive aún, porque de ser así, nos encontramos ante un octogenario (83 años concretamente) que en el año 1973 escribió una novela de corte costumbrista, hoy la llamaríamos realista, convencional…, ambientada en su patria Teherán. Praj, fue un hombre cultivado, primero en su país natal Irán, pero después marcha a Francia, donde hace la Carrera de Derecho. Fue juez y diplomático iraní hasta 1979. Ya se puede deducir, siendo Mi tío Napoleón escrita seis años antes, con un conjunto de críticas al modo de conducir el País con el desbarajuste de las guerras contra Inglaterra y Rusia entre otras cosas, porque esta obra esta ambientada en 1941, donde además se está produciendo una fractura social por culpa de los que detentan el poder.

De todas maneras el escritor tampoco está, ni de lejos, conforme con la revolución violenta y religiosa del Ayatollah Jomeini, y se exilia definitivamente a Francia en 1979 hastiado de luchar por un Irán mejor.

Aquí nace su principal novela (sobre todo hace traducciones u otros procesos narrativos de corte menor) Mi tío Napoleón. Es un canto casi se podría decir alegre o de buen humor, pero en el fondo late un desengaño que rezuma ironía y sarcasmo, poniendo en solfa a todos los estratos sociales de su País. El escenario es una típica casa o, mejor dicho, cuatro casas que comparten un amplio jardín, verdadero lugar de la vida social de los vecinos y sus amistades. La burla es permanente, cuando no sarcástica y tratándola de broma, o al contrario: el rencor se dispara y la pelea hasta tirarse de los pelos, se convierte en una debacle.

Es un esperpento. Palabra que conocemos muy bien los españoles lo que significa. Pero a lo vasto. Es un sainete, pero con más violencia.

Es una novela de amor. Depende. El olor a sexo, las concesiones al erotismo son como un soporte, como un personaje más. En este extremo, todos los protagonistas tienen un pasado, tienen y presente y, por supuesto, tienen un futuro. Claro, esto para mí es un acoso. Y lo curioso (o respetuoso y delicado con el amor) es que no describe nada nuestro iraní escritor. Se dice que de ha hecho “algo”, que quizá se hará, que es todo fanfarronería de tal persona. Y ahí se queda el desconcertado lector con un sabor rancio. El lector, aclaro, que no confunde el sexo con el amor; realizar el acto sexual por gusto, por satisfacción propia o ajena, no es amar; eso se llama genitalidad, erotismo. Sin embargo, si la unión es fruto del amor, que no consiste en doy y recibo, sino en darse, la cosa cambia mucho. La pareja se afianza mucho más… y no se traiciona.

Por eso digo yo, que me ha dejado un poco descolocado la abundancia de este tema, delicadísimamente mencionado por Pezeshkzad.

Y como valoración general; este libro, Mi tío Napoleón, es un monumento, por lo menos para Irán, donde se vendió como rosquillas hasta que llegó Jomeini. Desde esos primeros días hasta ahora se prohibió la venta; aunque hay ediciones clandestinas y se ha conseguido editar en el extranjero. Está lleno de luz; el jardín se presenta como una ensoñación de lo bello; las casas son lugares de los que no se puede prescindir. Además posee una prosa muy cuidada, marcando los tiempos, ágil, es, a pesar de todo, un libro con mucho humor y algo muy necesario en una novela de más de setecientas páginas: es rápido en la acción, las sucesiones temporales le bailan en los dedos.

Ahora, una cosa les comento, es un trabajo bien currado.

Juan Carlos Eizaguirre
29.4.11

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