Wednesday, February 01, 2012

Ruiz Zafón, Carlos. El prisionero del cielo. Editorial Planeta, 2011. 379 páginas



Como muchos lectores sabrán, Carlos Ruiz Zafón comienza a ser un escritor de largo recorrido, con creaciones literarias desde 1993. Pero es con su trabajo La sombra del viento cuando irrumpe en la literatura a nivel mundial en 2001. Se podría afirmar que es un hecho sin precedentes, pero no es verdad; hay un buen número de artistas que conocieron la fama en su ópera prima. No obstante, hacer esa afirmación es una manera de reconocer sus méritos.


El prisionero del cielo es la tercera entrega de una tetralogía en la que el autor recrea su ciudad natal, Barcelona, durante la Guerra Civil de 1936, colocando al primer personaje distante en el tiempo (1955 y ss) y narrando en primera persona.

Estamos ante una novela cruda, como las dos precedentes, se palpa el rencor, utiliza el histrionismo como burla vengativa, tanto para vencedores como vencidos.


Además del submundo que recrea, hay unas esotéricas interpretaciones sobre vivos y muertos: un pasado reciente que todos pretenden ocultar.


Creo que se encuentra ente lo extravagante y lo folletinesco. Me parece que la mayor virtud del escritor es saber tener bien tensada la cuerda del argumento; en ese sentido es correcto que Ruiz Zafón atrapa al lector y, por tanto, se origina una especie de relación de amor & odio. La intriga capta, pero la presentación, el envoltorio, la escritura: el estilo, es poco o nada brillante, no hay fluidez, ni siquiera naturalidad.


Es de justicia afirmar que La Sombra del Viento es incomparablemente mejor aún contando con los mismos mimbres y menos experiencia.


Yo no sé si en último término nuestro escritor ha conseguido o conseguirá reflejar el horror de unas fechas tan terribles para España durante la Guerra Civil. Desde luego lo intenta, pero algo escondido subyace; quizá un hondo dolor en Carlos Ruiz Zafón.


No es una novela para entretenerse, por su acritud. Tampoco es formativa, porque los hechos son inventados o con verdades a medias. En fin…


Doctrinalmente ofrece algún reparo. Alguna concesión al erotismo muy de pasada. Habría que atender más al odio, la crueldad, la situación irregular de una pareja que acaba casándose, alusiones a una vida anterior desordenado. Pero también el amor, la fidelidad, los valores familiares, la valentía.




Juan Carlos Eizaguirre


30.1.12

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