Wednesday, March 07, 2012

Talese, Gay. Honrarás a tu padre. Alfaguara, 2001. 602 páginas.


No nos encontramos ante una novela sobre la Mafia. Ni tampoco ante una historia de gansters violentos, con asesinatos espectaculares. Honrarás a tu padre es un trabajo notable de investigación periodística, que bate records, tanto en su contenido, como en los años de minuciosa búsqueda de la verdad por parte Gay Talese, creador, podríamos decir, del Nuevo Periodismo, junto a Tom Wolfe.


A mi juicio es una excelente biografía sobre dos mafiosos emigrados de Italia a Estados Unidos. Son los famosos Bonanno: el padre (Joseph o Joe) y su hijo Salvatore (Bill). Y, cómo no, se amplía a sus familias, ambiente aparentemente tranquilo de sus vidas, de sus amigos y sus negocios. Pura fachada, pero no tanto.


Como no puede ser de otra forma, el ambiente italiano preside el ductus de la trama y las actuaciones y gustos de los personajes. Gay Talese llegó a viajar a la localidad natal de los Bonanno; y a repasar minuciosamente los juicios de condena de dos hombres aparentemente normales, al estilo de la Cosa Nostra.


¿Y por qué no, en cierta medida? Se pregunta el autor, después de haber buceado al fondo de este siniestro modo de gobierno de una pequeña comunidad, que comienza a alborear en la Edad Media. Aunque por otro lado hay que decir, que estos mafiosos del siglo XX, ordenan sus filas, se distribuyen el trabajo y los lugares llegando a estar presentes en muchos estados y ciudades de E.E.U.U. país en el que se desarrolla, llamémosle claramente, la vida del padre de una familia y una recreación del ambiente del crimen organizado a lo largo del siglo pasado.


Joe Bonanno, Capo de una de las familias mafiosas de la Costa Este, arribó a América a principios del siglo XX, huyendo de su Sicilia natal. Prosperó rápido en sus “negocios”; allí se casó, tuvo cuatro hijos y aparentaba una vida tranquila. En realidad es así como ha funcionado la Mafia a lo largo de los siglos: secretos y fidelidades oscuras; la importancia de la familia y el recelo hacia los extraños. Un eficaz sistema de protección e, incluso, de gobierno.


El caso es que Joseph es secuestrado; se le da por muerto. Su hijo Bill, se esconde. La Mafia es acosada por el FBI; y hasta la opinión pública y los medios de comunicación cargan contra estas redes ocultas del crimen organizado. Las comparecencias ante el Gran Jurado menudean también. Pero, para poner las cosas en su punto, lo cierto es que el porcentaje de mafiosos en New York, Chicago, u otras grandes ciudades o zonas del Oeste, era muchísimo más inferior que los delincuentes y asesinos, también organizados, que operaban: robaban, extorsionaban, poseían salas ilegales, etcétera. Se puede afirmar que la diferencia oscilaba sobre el 70%. Sin embargo, la Mafia era la más acosada, debido a manipulaciones de arriba y abajo, afirmaremos misteriosamente.


Y pasan los años y no sucede más que lo cotidiano. Acosos y trifulcas temporales; golpes de mano, traiciones. Respeto: hablar antes de castigar o advertir. Muertes, “las necesarias”.


Y concluye esta gran biografía con la misma discreción y los mismos avatares: tiempos de condena en la cárcel, pagos de grandes finanzas para evitarla. Parece como si nuestro autor quisiera demostrar al mundo, a la gente, lo absurdo de una vida mal gastada para, luego acabar convertido en un apacible anciano repleto de recuerdos de fuego.


Hablemos un momento de lo que suele llamarse “el estilo”. Se habla con cierta frecuencia del “estilo periodístico”. A mi juicio es totalmente evidente. Pero no entremos en polémicas que no son de este caso. Lo que yo quisiera recalcar es el éxito obtenido por muchos periodistas que se han decidido a escribir un libro o varios: una novela, por ejemplo. Me gustaría saber el porcentaje de ganadores en estas batallas. Pero no lo sé. Sólo puedo comprobar que sí. Que nacen escritores de narrativa (sobre todo) de personas pertenecientes a esa honorable profesión. Estoy más que harto de ver pan duro en las librerías. ¡¡¡Viste tanto ser escritor…!!!


Quizá el ambiente sórdido y el fondo ideológico que aprueba la violencia y el asesinato, pudiera desorientar a personas sin o con poca formación.


Juan Carlos Eizaguirre


6.3.12