Wednesday, April 30, 2008

Márkaris, Petros. EL ACCIONISTA MAYORITARIO. Tusquets, 2008. 365 páginas. 20 euros.

La versatilidad como escritor ha conducido a la fama a Márkaris. Quizá donde más haya destacado ha sido en su trabajo como guionista en su primera etapa (larga) profesional. Pero además es un buen narrador, un contador de historias. Por eso ha vuelto a triunfar con sus novelas policíacas del comisario Kostas Jaritos.

Nada tiene que ver con la novela policíaca americana actual. En esto el estilo, llamémosle europeo ha sabido mantenerse fiel a las esencias del género negro que, paradójicamente nació (casi) en brazos de escritores americanos como Raymond Chandler o Dashiell Mammett... Es por eso, por lo que el lector encontrará parecidos a la obra de Mankell, Montalbán, Camilleri o Akunin. Estas similitudes están tanto en la forma como en el fondo. Por una parte la presentación de un protagonista “antihéroe” cargado de defectos, pero muy concienzudo en su trabajo; una fabulación milimétricamente presentada e imbuida de costumbrismo, donde los sucesos que hacen que la obra sea policíaca están en la periferia del relato, haciendo de comparsa a la historia de unas vidas, de una sociedad corrientes.

Y de otro lado la chispa del ingenio para saber captar la atención del lector – e incluso instruirle – con una sencillez estilística que ni siquiera busca el adorno de lo brillante.

Así es EL ACCIONISTA MAYORITARIO: nos introduce en lo más típico de Grecia y, más concretamente en Atenas. El bullicio y todo el ambiente de sus calles más famosas, sin olvidar el opresivo calor húmedo del verano... En un mundo así, magistralmente descrito, surge el hecho policiaco ( la novela negra ): unos terroristas asaltan un barco y lo secuestran; lo extraño es que tardan mucho en exponer sus condiciones, lo cual mantiene nervioso a Kostas Jaritos; porque además los secuestradores no saben que entre los pasajeros del barco está Katerina, la hija del comisario.

Una novela, pues, de entretenimiento con el añadido de la sal y pimienta, que no es otro que el de hacernos viajar a Atenas con la imaginación; de la mano de Márkaris.

Juan Carlos Eizaguirre
26.4.08
Márkaris, Petros. EL ACCIONISTA MAYORITARIO. Tusquets, 2008. 365 páginas. 20 euros.

La versatilidad como escritor ha conducido a la fama a Márkaris. Quizá donde más haya destacado ha sido en su trabajo como guionista en su primera etapa (larga) profesional. Pero además es un buen narrador, un contador de historias. Por eso ha vuelto a triunfar con sus novelas policíacas del comisario Kostas Jaritos.

Nada tiene que ver con la novela policíaca americana actual. En esto el estilo, llamémosle europeo ha sabido mantenerse fiel a las esencias del género negro que, paradójicamente nació (casi) en brazos de escritores americanos como Raymond Chandler o Dashiell Mammett... Es por eso, por lo que el lector encontrará parecidos a la obra de Mankell, Montalbán, Camilleri o Akunin. Estas similitudes están tanto en la forma como en el fondo. Por una parte la presentación de un protagonista “antihéroe” cargado de defectos, pero muy concienzudo en su trabajo; una fabulación milimétricamente presentada e imbuida de costumbrismo, donde los sucesos que hacen que la obra sea policíaca están en la periferia del relato, haciendo de comparsa a la historia de unas vidas, de una sociedad corrientes.

Y de otro lado la chispa del ingenio para saber captar la atención del lector – e incluso instruirle – con una sencillez estilística que ni siquiera busca el adorno de lo brillante.

Así es EL ACCIONISTA MAYORITARIO: nos introduce en lo más típico de Grecia y, más concretamente en Atenas. El bullicio y todo el ambiente de sus calles más famosas, sin olvidar el opresivo calor húmedo del verano... En un mundo así, magistralmente descrito, surge el hecho policiaco ( la novela negra ): unos terroristas asaltan un barco y lo secuestran; lo extraño es que tardan mucho en exponer sus condiciones, lo cual mantiene nervioso a Kostas Jaritos; porque además los secuestradores no saben que entre los pasajeros del barco está Katerina, la hija del comisario.

Una novela, pues, de entretenimiento con el añadido de la sal y pimienta, que no es otro que el de hacernos viajar a Atenas con la imaginación; de la mano de Márkaris.

Juan Carlos Eizaguirre
26.4.08

Thursday, April 17, 2008

Martínez de Pisón, Ignacio. DIENTES DE LECHE. Seix Barral, 2008. 380 páginas. 20 euros.

No había leído nada de la todavía corta producción literaria de este autor. Su novela de corte costumbrista (que eso es DIENTES DE LECHE) me ha gustado porque, además de estar impecablemente escrita – ya veremos eso más adelante – tiene todos los ingredientes de una buena novela. Es decir, una historia interesante que contar, capacidad de fabulación, ingenio para combinar lo dramático con lo humorístico, e intriga o incertidumbre, a pesar de no ser una novela de ese estilo.

Nos cuenta Martínez Pisón en DIENTES DE LECHE la historia de una familia casi se podría decir que corriente, durante el período que va desde finales de la Guerra Civil hasta bien entrada la Transición; se podría decir que hasta nuestros días.

Raffaelle es un antiguo brigadista que lucho con Franco, y que al concluir la Guerra decidió quedarse en España, casándose con Isabel, a la que conoció de enfermera en uno de sus pasos por el hospital por heridas de guerra. Naturalmente no sigo contando el argumento. Esto es simplemente el inicio. El autor sabrá llevar al lector por un mundo típico y conocido (según la edad) de la España de la posguerra y las incertidumbres de los primeros años de la Transición.

Yo creo que trata de ser neutral en su episodio pero, lógicamente a veces “toca de oído”, ya que, para que se hagan una idea: cuando murió Franco el autor contaba sólo quince años. Sin embargo explica con mucha convicción y certidumbre el paso del tiempo y los momentos dulces y amargos, que también son tristes por ser algo que, aunque bueno, ya pasó, avivando con el recuerdo la nostalgia. Además, no parece que el autor esté muy convencido de la existencia después de la muerte, o por lo menos eso dice unos de sus protagonistas en diversas ocasiones, con lo cual, concluye, la vida no tiene mucho sentido.

Y para terminar, simplemente advertir que en ocasiones el relato se hace denso, precisamente porque es un libro en el que el autor expone parte de sus ideas y convicciones, no cayendo en la trampa de una trama alocada y vertiginosa más propia de una novela de acción.



Juan Carlos Eizaguirre
16.4.08

Friday, April 11, 2008

Warthon, Edith. LA CASA DE LA ALEGRÍA. Alba Editorial, 2008. 382 páginas.
28 euros.

No he disfrutado con esta novela de Edith Warthon. Quizá haya sido porque me ha resultado larga; pienso que la escritora se detiene en todos los detalles, cuidando que la puesta en escena de los capítulos esté prolijamente dotada. De hecho la novela – el mundo de la alta sociedad neoyorquina -, debe ser cuidada en los detalles, para describir ambientes y caracteres tan sofisticados y, añadiría yo, tan llenos de egoísmos y desengaños amorosos.

Lily, la principal protagonista, es una joven muchacha de 19 años que candorosamente se va introduciendo en la alta sociedad, valiéndose de su belleza, ya que no de su fortuna. El argumento está muy bien trabado, sobre todo por la galería de personajes que van a estar a favor o en contra de la joven Lily, que pasara por verdaderos momentos de dicha y, al contrario, por agrios sinsabores y desprecios.

Como ven, por lo escrito más arriba, la novela tiene pegada, y añado ahora que está excepcionalmente bien escrita… Pero su excesivo detallismo en ocasiones, hace que las historia (o las historias) se encharquen ante el caminar del lector por este libro.

Por otra parte, no estamos ante una escritora desconocida; Edith Warthon es, a mi juicio la mejor escritora americana de su época, que transcurre entre finales del siglo XIX y comienzos del XX.

Una pista interesante para el lector o lectora: existe una clara proyección de la escritora en su personaje principal, Lily. Fue una mujer de la alta sociedad neoyorquina, aunque supo criticar con acierto los defectos de “esa fauna inverosímil”, donde transcurrieron muchos años de su vida.

Para terminar, sinceras felicitaciones a la Editorial Alba por seleccionar esta novela y reeditarla con una calidad de presentación imposible de mejorar.


Juan Carlos Eizaguirre
10.4.08

Tuesday, April 01, 2008

McEwan, Ian. CHESIL BEACH. Anagrama, 2008. 184 páginas. 16 euros.

La narrativa inglesa contemporánea goza de buena salud. Efectivamente hay, a mi parecer, alrededor de una decena de escritores de muy alto nivel, en los cuales se dan en perfecta simbiosis las dos grandes columnas de toda obra literaria: la forma y el fondo; el estilo notablemente brillante, sean cuales sean sus característica, y el argumento de peso, profundo, con algo que decir. Pero cuidado, no se trata de una selección de mujeres y hombres que escriben para sesudos lectores, no; la evasión, el entretenimiento o la intriga forman parte de sus buenos oficios.

Ian McEwan es uno de ellos. No sabría a qué nivel se encuentra pero, según mi opinión, no creo que haya nadie que sobrepase su estilo meticuloso y preciso, y la capacidad de ahondar en los temas y arrastrar al lector con ellos.

A McEwan le gusta pensar y escribir sobre la vida: la compleja variedad de actitudes en las relaciones interpersonales, que son un botón de muestra de este mundo actual que nos ha tocado hacer y vivir. Tal parece que el autor desmenuzara algunos aspectos del vivir cotidiano, y que con una lupa estudiara los comportamientos, los ambientes, los intereses... Se trata de un universo pequeño, como de un prototipo de humanidad. En este caso, la noche de bodas de Edward y Florence. En su conducta, en sus hechos y conversaciones va a verter toda su intensidad temática para que, al concluir la novela, el lector pueda apreciar que la pequeña historia es lo de menos; lo importante son las relaciones interpersonales (con malicia o con bondad) que construyen los ambientes de toda la civilización Occidental.

En esta ocasión, el sexo será el tema principal, tratado decentemente, aunque en ocasiones incurre en descripciones explícitas no del todo necesarias; con momentos de intensas emociones, mordaz, ingenio... Casi no queda un registro de la vida sin ser tratado minuciosamente, con ese estilo tan particular en el: de una minuciosidad completamente brillante.


Juan Carlos Eizaguirre
31.3.08