Friday, May 11, 2012

Némirovsky, Irène. El vino de la soledad. Salamandra, 2011. 221 páginas.



Con la inacabada Suite francesa comenzó a conocerse la obra literaria de Irène Némirovsky en nuestro país y, la verdad sea dicha, ninguna otra novela de la autora ha llegado a superarla. Se comenta de El vino de la soledad que posee retazos de una novela autobiográfica. Una niña, hija única y desgraciada, con una madre egoísta e infiel a su marido. Aunque hay que seguir afirmando que tampoco esposo es un santo, precisamente, pues pasa muchos días fuera del hogar, con sus negocios y algunos vicios inconfesables. Tal para cual, y la joven de ocho años en medio.


Quizá también se puede deducir, en sentido futurible. Lo que esta muchacha hubiera hecho con sus padres si hubiera vivido más con ellos, en vez de irse a vivir a París con un pequeño séquito, huyendo de la Revolución rusa porque, dinero, tenía. Algo similar le ocurrió a la escritora.


Sin embargo en la novela, la joven Elena, aunque viajando por Europa, consigue su venganza, haciendo sufrir a su vieja madre hasta la desesperación. Y asistiendo a la muerte de su padre, por el que siente compasión, más que otra cosa, al verlo tan consumido en su estado físico y psíquico. En ese momento cronológico finaliza la novela. Como ven, la imaginación de Némirovsky llega a inventar un principio de venganza, que la protagonista no consigue concluir.


Se podría hablar de novela gótica con heroína jovencita. Pero en la mente de Elena hay cierto poso de maldad, de no saber perdonar o estar por encima de la conducta de sus padres que, además la mortifican con comentarios sarcásticos. Además de despedir a la dama de compañía, único recurso de vida esperanzada y descarga emocional de la todavía niña.


Pienso que nos encontramos ante un trabajo poco maduro todavía. Puedo estar de acuerdo en el tono autobiográfico. Pero también he observado muchos personajes arquetípicos, como también lo es la propia trama y el modo de presentarla.


Otra cosa distinta es el estilo, como suele decirse. Pienso de Némirovsky es una adelantada a su tiempo en este aspecto. Posee una prosa ligera y amena. Coloquial, donde el realismo juega un papel decisivo.


No es de extrañar que esta joven escritora, muerta en Auschwitz en 1939, cautivase con su buen estilo y dominio de la lengua francesa que aprendió desde niña, a sus lectores de Francia.


Digamos finalmente, que toda su madurez artística, se puede saborear en Suite francesa. No es misión de este artículo relatar una biografía. Éstas están muy a la mano o ya es sabida por los lectores.


Tiene muchas concesiones al erotismo y un ambiente sórdido, se debe de tener en cuenta, a la hora de leerlo un niño y una adolescente, ya sea hombre o mujer.


Juan Carlos Eizaguirre
7.5.12