Kelly, Jacqueline. La evolución de Calpurnia Tate. Roca Editorial, 2010. 268 páginas
En uno de los innumerables pueblos rancheros de Texas, donde
la vida transcurre apaciblemente y todo gira alrededor del ganado y los campos
con sus cosechas, vive Calpurnia Tate, la única mujer entre seis hermanos
varones, a principios del siglo XX. No le resulta a la joven de trece años,
fácil crecer en un ambiente tan hombruno, aunque se defiende a capa y espada de
los ataques de sus hermanos, de los que suele salir vencedora. Y si no, se va
al laboratorio de su abuelo, un excéntrico y ya mayor investigador científico:
notable biólogo en su juventud, conocedor profundo del reino animal, vegetal y
mineral. Le doy este pequeño homenaje, porque toda la familia, menos Calpurnia,
le tiene por un ser excéntrico, que pasa todo el día en el cobertizo de la casa
o en el campo. Al cobertizo le da el pomposo nombre de laboratorio. El caso es
que a Calpurnia le gusta el trabajo de su abuelo y comienza a trabajar con él.
Además sus padres, buenos educadores, están al quite para
amonestar a sus hermanos (unos muchachos
muy majos) y también para evitar que Calpurnia se convierta en una fierecilla y
acuda a la escuela en vez de al laboratorio del abuelo.
Hasta aquí el argumento apenas insinuado. Que el lector o la
lectora descubran y disfruten con el resto de la trama.
Curiosamente, siendo la primera novela de Jacqueline Kelly,
que anteriormente había ejercido la medicina y la abogacía, ha obtenido un
rotundo éxito, confirmado por la crítica de muchos países y de muy diferentes
culturas. No es normal que la ópera prima de un escritor triunfe con tanta
rotundidad. De todas formas hay casos y merecidos aplausos, que no son fruto de
una orquestada publicidad sinuosa.
Opino que esta obra ha sido tan bien acogida, primero por el
tema: una atractiva pintura de las costumbres de las personas y la cultura
social del lejano Oeste, desde una cómoda casa hogareña, pero que en ella no
hay quién pare, con las aventuras (a
veces románticas) y travesuras de los hijos y las distintas actitudes de los
padres y el abuelo, así como las visitas que acuden al atractivo hogar de los
Tate a tomar el té.
Lo anunciado en el párrafo anterior, parece premiar al
estudio de los personajes, sus perfiles, tanto personal, como colectivamente. Y
adjudicar a Kelly su pericia en eso. Bien es cierto que los aciertos que hemos
mencionado hasta ahora, serían suficientes para que fuese una gran novela. Pero
hay un segundo motivo más: la pulcritud, llena de luminosidad (luminosidad no
metafórica), sino la que hay en un día de sol, por ejemplo, y según qué partes
de la tierra… No es fácil trabajar la luz: que hablen los pintores. Sin embargo
se podría adjudicar a nuestra escritora, que ella describe la luz. Es algo
impresionante, según mi modo de ver, claro.
Lo leerán con gusto chicos y chicas desde los 9 a 13 años. Si se sabe “vender
el artículo” un adolescente pasará un buen rato leyendo buena literatura. Y,
sobre todo, un adulto disfrutará porque se verá retratado en muchas conductas.
Y además, es gracioso.