Friday, June 22, 2007

Sayers, Dorothy L. VENENO MORTAL. Lumen, 2006. 335 páginas.

Una novela policíaca excepcional. Precisamente fue esta escritora la que más esfuerzo dedicó para dar a la novela policíaca un verdadero rango de estilo literario. Contemporánea de Agatha Christie, Chesterton, Lewis, T S. Eliot… participó con ellos en nuevo grupo literario cuya influencia casi duró hasta finales de los noventa del siglo XX.

Sayers (Oxford, 1893-1956) fue además, una gran intelectual, cultivando el ensayo, el teatro y escribiendo algunos libros de teología. Sin embargo por lo que más destacó – y destaca – es por sus novelas de intriga. Sus lectores del Reino Unido no la olvidan, y se siguen editando antiguas novelas. Sin embargo en España no tuvo el mismo influjo que Agatha Christie, por ejemplo, aun siendo, a mi juicio, mejor escritora que ésta.

VENEO MORTAL una de sus mejores novelas, donde uno de sus personajes favoritos, Lord Peter Winsey (aristócrata metido a detective) se las verá, defendiendo a una dama, con una sentencia de muerte en suspenso, mientras investiga quién pudo ser el verdadero autor de ese asesinato por envenenamiento.

El ritmo narrativo bascula entre moderado y trepidante. Ello es así, porque la autora juega con su lector para ir explicándole con detalle los hechos y tenga capacidad de juzgar; y, por otro lado, ritmo rápido para que no decaiga el hilo argumental.

Debo añadir otro ingrediente a estas sabrosas novela de Sayers: el humor; nunca decae la dosis adecuada. Tiene una cierta semejanza con Wodehouse, pero, salvando las distancias; nuestra autora no escribe para hacer reír, sino para introducir a sus seguidores en las mentes tortuosas de los criminales, y las no menos tortuosas (aunque para el bien), de la policía y los detectives.

El broche: un final brillante.




Juan Carlos Eizaguirre
22.6.07

Wednesday, June 20, 2007

Albom, Mitch. MARTES CON MI VIEJO PROFESOR. MAEVA, 2007. 215 páginas. 8 euros.

Me ha sorprendido este libro escrito por Mitch Albom hace ya siete años y que ha obtenido un notable éxito, que dura todavía.

Todo gira en torno a la persona del principal protagonista “el viejo profesor”, cuyo nombre es Morrie Schwartz; que verdaderamente existió; y ahora es fielmente retratado por uno de sus alumnos, que le acompañó durante una dolorosa enfermedad, hasta la muerte. Ese alumno es el propio Mitch Albiom.

Schwartz, ruso de nacimiento, fue un inmigrante acogido, junto con su familia, por E.E.U.U. en la primera década del siglo XX. Por lo que se deduce de la lectura del libro, debió ser una persona excepcional en todos los sentidos. Primero, labrándose un porvenir de excelente profesor, sin contar con medio alguno: sólo su esfuerzo personal y su capacidad de iniciativa. Segundo, porque destacó brillantemente en esta profesión, sabiendo administrar los dosis de sabiduría necesarias, para que todo sus alumnos sin excepción le admiraran e imitaran... incluso estudiaran. Sin caer en falsas demagogias, ni en un estudiado histrionismo, encandilaba tanto las aulas, como las asambleas de protesta universitaria. Hay que recordar aquí que estamos en los tiempos del Mayo del 68 y de la guerra de Vietnam. Hubiera pasado en su mundo académico por un modelo a imitar, pero no fue esa la causa por la que se hizo famoso a nivel mundial... o mejor dicho su alumno Mith Albom le hizo famoso.

La causa fue, cómo afrontó su muerte (una enfermedad degenerativa lo redujo a la nada), de la que fue consciente a los setenta años, dos antes de que falleciera.

Pienso que alegra el espíritu conocer historias de personas (¡cuántas habrá!) que, sin ningún soporte religioso; tan sólo con una honradez moral e intelectual a prueba de bomba, llega a mirar el fin de sus días en este mundo no sólo con serenidad, que no es poco, sino con espíritu optimista y siguiendo educando a las personas que tiene alrededor.

Es tal la cantidad de matices de reciedumbre, hombría de bien, humor, que pienso que uno no se hace cargo de la batalla por la vida de este “viejo profesor”, al que no afecta la muerte: “se aprende a morir cuando se aprende a vivir”.

Uno podría pensar que un cristiano, un judío, un musulmán... tienen la tranquilidad del Paraíso después de la muerte, y por ello les puede resultar más llevadero el tránsito al más allá. Pero en el caso de Morrie Schwartz, aun siendo judío y atrayéndole algunas cuestiones del cristianismo, lo que impera es una penetración del hecho de la trascendencia con las luces del pensamiento y con la actitud vital de buena voluntad.

¿Fue “el viejo profesor un hombre de fe? No lo sabemos. En todo caso, si entendemos por fe, creer lo que no vemos, ésta debió ser escasa. Nunca se sabe a ciencia cierta las maneras que tiene la providencia de presentarnos lo trascendente.

A este propósito, me viene a la cabeza una anécdota sobre sí mismo que le gustaba contar a Blas Pascal, el famoso pensador francés, ateo durante muchos años, para después tener una radical conversión al catolicismo. Cuando sus antiguos amigos le embromaban con su conversión, el solía responder con el mismo talante: “Yo creo en Dios, y estoy muy contento así. Si no existe, al morirme será la nada; pero si de verdad existe, como creo, ¿qué os pasará a vosotros?

La honradez es una de las grandes brújulas para los caminos de la vida.

Juan Carlos Eizaguirre
18.6.04

Saturday, June 16, 2007

Roth, Philip. DEUDAS Y DOLORES. Random House Mondadori, 2007. 728 páginas. 24,50 euros.

Roth es uno de los mejores escritores que en la actualidad tiene E.E.U.U. Obtuvo el Pulitzer de literatura en 1997, en plena madurez como escritor. Desde entonces sus éxitos editoriales se cuentan por libros publicados.

DEUDAS Y DOLORES, es una novela “antigua”, si se puede hablar así. Vio la luz en 1961, para ser retocada al año siguiente; pero en los años 89 y 90 la renovó por completo, recreando a su país en la década de los cincuenta. Mondadori la ha editado en España en 2007.

El autor posee un poderío narrativo poco común – de ahí sus éxitos -, que atrapa al lector desde un principio. Esta última frase suena a lugar común, pero ¡ son tantos los escritores a los que les cuesta “despegar”, entreteniéndose en la presentación de personajes y esquemas argumentales! Son como un viejo avión al que le cuesta tomar altura. Poderío narrativo, repito; y esto por diversas cualidades: primero, quizá, porque sólo le hacen falta unas pocas líneas para retratar a sus personajes, y no con un relato en tercera persona, sino aprovechando un momento narrativo o un simple diálogo. Es un maestro. Diálogo, acabo de decir; efectivamente, es un virtuoso en esa manera de expresión literaria; envuelve al lector con su dinamismo, tensión e ironía. Quizá por esto último se pueda decir que se diferencia de autores como Faulkner o Steimbeck, que cultivaron una novela más dramática, sin concesiones a la bonhomía, reflejando los caracteres más crudos de los seres humanos.

No es que Roth sea un escritor con humor; la ironía es cosa bien distinta de él: es un arma que puede servir para criticar con más eficacia; que puede servir también para entretener al lector, pues siempre al ser humano le ha gustado divertirse a costa de los pesares ajenos. Triste es decirlo, pero opino que es así.

Tampoco podemos dejar de mencionar la capacidad de fabulación que, unida a la belleza formal, nos presenta una novela excepcional.

El futuro lector puede amilanarse ante el excesivo número de páginas, pero si tomamos en consideración que es un gran monumento a la belleza...

Quizá pueda molestar a más de uno, si se tiene en cuenta la floja o nula defensa del matrimonio, el egoísmo desaforado de algunos personajes, la poca valoración de la familia y algunas situaciones procaces. En definitiva un marco que puede desorientar, por ser algo desgraciadamente corriente. Para público adulto y un poco culto.


Juan Carlos Eizaguirre
15.6.07