Friday, February 20, 2009

Chandler, Raymond. La ventana alta. Alianza Editorial, 2006. 238 páginas.

Alianza Editorial está teniendo el acierto (y el éxito) de reeditar las antiguas novelas del género negro americano de los años treinta y cuarenta.

La que ahora nos ocupa es una obra de las muchas que escribió Raymond Chandler: La ventana alta, en 1942. Quizá sea este autor el más prolijo y el de mayor calidad de los escritores americanos de esa época, época por cierto que no ha perdido calidad con el paso de los años, como suele suceder en muchas manifestaciones artísticas; sobre todo en la música, la literatura, el cine... Por eso solemos llamar a lo que perdura tras el paso de los años, clásicos. Y este autor norteamericano lleva camino de convertirse en un clásico; un clásico reciente, eso sí; pero también en un padre de la novela policíaca moderna.

En esta ocasión su personaje favorito, el detective Marlowe, que tantas novelas protagoniza, se ve envuelto en una intriga que comienza por el robo de un antiguo dólar de oro, auténtica pieza de coleccionista; pero esta desaparición va a ser lo de menos; servirá para destapar turbias historias de un lejano pasado en que la propietaria de la colección se vio inmersa en acciones delictivas, que a su vez derivan en una serie de ramificaciones que acaban en la mafia. Tres asesinatos se suceden en poco tiempo, y es precisamente Marlowe el que encuentra los cadáveres y obtiene pruebas que le hacen ir por delante de la policía, a la que no mantiene informada, para mantener la confidencialidad respecto a la persona que le ha contratado, para aclarar estos asuntos.

En fin, he descrito el argumento muy sucintamente para no descuartizar la novela a los futuros lectores y puedan pasar un rato entretenido leyendo a Chandler con su desgarrada prosa y sus personajes tallados a golpes de martillo y cincel.

Hay algo que cabe destacar, y que en esta obra se nos presenta con mayor crudeza: las malas relaciones del detective con la policía (como debe ser en una buena novela negra). Pero yo me he sentido golpeado por la contundencia de Marlowe al ocultar incluso asesinatos a la policía. No pretendo dar moralina, pero opino que Chandler se pasa con su díscolo personaje, que deja con tres palmos de narices a los agentes de la ley.

Esto hace que el libro tenga episodios inmorales, por lo cual debería calificarse con L-B2

Juan Carlos Eizaguirre
18.2.09

Monday, February 09, 2009

Russo, Richard. EL PUENTE DE LOS SUSPIROS. Editorial Alfaguara, 2008. 687 páginas. 23 euros.

El autor no posee una extensa obra literaria, teniendo en cuenta sus sesenta años. Pero sí hay que decir que el éxito le ha sonreído a las puertas de la tercera edad. Ya en la década de los noventa fue llevada al cine (protagonizada por Paul Newman) Ni un pelo de tonto, pero lo más importante fue que en el 2002 ganó el Pulitzer con Empire Falls, que le supuso llegar al estrellato de la literatura. Seis años después nos presenta EL PUENTE DE LOS SUSPIROS, una obra genial, de envergadura.

Lou Lynch, principal protagonista, posee tres tiendas en el pequeño pueblo de Thomaston, al norte de New York. Lleva una vida apacible, junto con su mujer y su hijo. Ante la cercanía de un viaje a Italia, él, que nunca ha salido de su pueblo, decide escribir una biografía (en parte autobiografía) de su vida en el pequeño pueblo: sus padres Lynch y Tessa, el tío Des, su gran amigo Bobby y una buena orquestada suma de personajes que han pasado por su vida, unos para bien, otros para mal.

La novela es de cierta extensión y se puede decir que lo único que se realza es lo cotidiano, la heroicidad de la rutina diaria salpicada por breves colores que matizan un horizonte siempre igual. Es de esas novelas que, dicho de una manera mostrenca y poco culta, “no pasa nada”. Pero yo digo, muy bien tiene que escribir un escritor para captar la atención de sus lectores durante casi setecientas paginas, y disfrute con ellas.

Esto es lo que sucede en la novela que nos ocupa. Primero una serie de historias enredadas en el tiempo, manejadas con virtuosismo. Después una narración sobre el alma de la América profunda, primero vista por un niño; después por un adulto. Otro aspecto importante: la defensa de la familia tradicional. Y finalmente un cúmulo de aspectos como pueden ser, el amor, el odio; el egoísmo, la generosidad; la alegría, el tedio; la impulsividad, la apatía; deporte, arte, literatura. Y así, un largo etcétera.

En definitiva, el lector se encontrará ante una novela universal que toca todos los registros con amenidad y sin salir de Thomaston. Hay que saber escribir muy bien para sacar con éxito una obra tan exuberante, llena de fuerza y maestría narrativa, que no decae en ningún momento del relato, que no se encharca penosamente en las mil y un digresiones. Siempre avanza con ritmo poderoso y seguro, historia tras historia, enseñando que la vida corriente está plena de atractivo y que, si no se la cuida, puede convertirse en un caudal de miseria.

Juan Carlos Eizaguirre
8.2.09