Thursday, August 27, 2009

Dickens, Charles. Y otros autores. La Casa Encantada. Ediciones Jaguar, 09. 189 páginas. 18 euros.

Este breve conjunto de relatos no se había traducido hasta ahora al castellano, quizá por ser una obra de corte menor. En ella participan seis escritores, incluido Dickens, que es el que lleva el peso de conjuntar todos los relatos, dando así un todo unitario, de modo que se pueda decir que es una novela.

Quizá convenga comenzar por el argumento, verdadero nudo gordiano, que empata los aparentes distintos relatos. El personaje principal, del que no se da a conocer su nombre y que bien podría ser el propio Dickens, está buscando una casa de campo para alquilarla y pasar una larga temporada de descanso junto con su hermana. Al fin la encuentra, pero los habitantes del pueblo cercano afirman que está encantada. Efectivamente, el personal a su servicio cambia constantemente, porque dice que oyen ruidos extraños y ven sombras que se mueven. En definitiva, ambos hermanos se quedan solos. Pero idean un plan para pasarlo bien: invitar a unas cuantas personas de entre sus amistades de Londres a pasar un mes en su casa encantada. Pasado este, cada uno escribirá sus experiencias, que serán leídas ante todos. Dicho y hecho. Después de esta introducción necesaria, aparecen de forma sucesiva los relatos de las amigas y amigos que han habitado la casa durante ese mes. Entre un relato y otro Dickens hace un a modo de unión, o a veces introducción. Él mismo escribe su propia experiencia.

Esta es la novela La Casa Encantada. Yo creo que Dickens no buscó hacer una pequeña obra maestra, sino más bien continuar con sus deliciosos cuentos entorno al “espíritu navideño” que tanto le gustaba.

Sin embargo en esta ocasión la obra carece de fuerza en su conjunto, quizá por ser hija de varios autores. En concreto a mí me han gustado más, por su fuerza precisamente, y realismo, los relatos escritos por Wilkie Collins y Elizabeth Gaskell, que el del propio Dickens, si bien hay que valorar el esfuerzo de este último por intentar un relato pleno de fantasía, aunque no acaba de cuajar; tampoco hay que olvidar que es, podríamos llamarle, el director de esta pequeña obra victoriana que vio la luz en 1859.



Juan Carlos Eizaguirre
27.8.09

Monday, August 24, 2009

Higgins Clark, Mary. ¿Dónde te escondes? Plaza y Janés, 09. 317 páginas. 21 euros

Mary Higgins Clark lleva escritas casi 30 novelas de intriga, sin contar una serie de relatos cortos, y sin contar también que empezó a escribir no a temprana edad precisamente. Me cae bien esta mujer que supo rehacer su vida después de la muerte de su primer marido, y que ahora se encuentre rodeada de una gran familia compuesta por su marido, hijos y nietos.

A cualquier novela en la que haya un asesinato o un simple crimen y esté la policía de por medio, se le suele etiquetar, equivocadamente, de novela negra. Yo pienso que la autora nunca ha pretendido meterse en la novela negra, y no por falta de capacidad, sino porque le gusta más su modo de trabajo: que es crear obras de intriga. Eso es lo que son las obras de Higgins Clark, novelas de intrigas; escritas con elegancia y pulcritud; se podría decir que están confeccionadas por una verdadera dama. Y es así, porque nuestra escritora no puede ni debe ocultar su elegancia y su estilo de vida. Pero, cuidado, no estamos ante una serie de obras ñoñas escritas para jovencitas románticas, ni mucho menos. La autora sabe conducir una trama llena de dureza, con personajes de acentuado carácter (tanto para el mal como para el bien); en suma, que hay vigor en sus relatos, que captan la atención tanto de mujeres como de hombres.

En esta ocasión, ¿Dónde te escondes?, trata de la historia de un asesino múltiple, que comete sus fechorías muy de tarde en tarde, pero la policía descubre pronto varios sospechosos, sobre los que estrecha el cerco. Uno de ellos es Mack, extrañamente desaparecido hace diez años, justo antes de incorporarse a la Universidad, pero que todos los años llama a su madre el día de la Madre. En fin, no sigo. La acción es trepidante, la descripción física y psíquica de los personajes está muy lograda; y, por otro lado, Higgins Clark, acierta en su flash back, jugando con la secuencia temporal sin fustigar al lector, cortando la marcha narrativa. Sabe retrotraerse muy bien en el tiempo e, incluso, llevar acciones simultáneas. Uno podría pensar: “bueno, esto es de locos”. Pues no. Nuestra escritora de hoy es una gran maestra de este bello arte.


Juan Carlos Eizaguirre
24.8.09

Wednesday, August 19, 2009

La última escapada es el tercer libro traducido al español de Michel O´Brien, que esta teniendo una gran aceptación. Su primera novela, El Padre Elías obtuvo también un notable éxito en el número de ventas y fue muy bien acogida por la crítica. Sin embargo, su segundo libro, El librero de Varsovia, obtuvo menor éxito, quizá por ser demasiado parecido a un ensayo; decía y argumentaba ideas coherentes, pero no era eso lo que esperaban los lectores, acostumbrados al thriller apocalíptico de El Padre Elías.

Pero ciñámonos a la novela que nos ocupa, La última escapada. En la portada se exhibe un subtítulo que bien podría centrar el comentario de esta novela. “Cuando el Estado llamó a la puerta para educar a sus hijos, Nathaniel Delaney tomó una decisión: ser libre.

Pero para no desorientar al lector, lo primero que hay que afirmar a continuación es que estamos ante un thriller; un poco peculiar si se quiere, pero con todos los condimentos para denominarlo así. La acción transcurre en una pequeña población cercana a Vancouver. El relato se muestra como el hallazgo de un manuscrito de años atrás en el desván de la casa de una familia. La lectura del manuscrito es la novela.

O´Brien retuerce un poco la realidad de las cosas en lo que se refiere a puntos básicos de la convivencia entre los hombres y mujeres de hoy. Ese retorcimiento es más que nada una opinión de adonde irán a parar los pueblos del mundo si sigue la derrota que está tomando Occidente. El arranque argumental nace, efectivamente, en la libertad de enseñanza y en los derechos de los padres sobre la educación de sus hijos. Nathaniel, padre separado y con dos hijos, es un escritor y periodista que ataca duramente a las nuevas tendencias del totalitarismo de estado proveniente de las izquierdas. Por ello se le hace el vacío en los foros que frecuenta y se trata de que sus hijos lo delaten por abusos sexuales, para detenerlo. Esto en dicho en pocas palabras. Materialmente, se escapa con sus hijos de 9 y 7 años a las montañas. Ahí transcurre toda una aventura en la que se verán involucrados peligrosamente por unas autoridades excesivamente obcecadas en su persona y en su familia.

El juego con los espacios temporales – lo que hace de maravilla – le permite al escritor ahondar en por qué le pasa todo esto. Y es en esos momentos de reflexión donde O´Brien vierte toda su crítica social sobre, como hemos dicho ya sobre la educación y que los padres son los primeros educadores de sus hijos; el Estado no puede sustituir esta función nunca, salvo que caiga en un desliz totalitario. Ojo, porque estas cosas están comenzando a suceder ya en bastantes países, no tan exageradas como en la novela, pero llevan la misma derrota. Seguimos: reflexiona el escritor también sobre la familia: la fidelidad entre los cónyuges, el espíritu de sacrificio para sacar los hijos adelante: “para ser feliz con una familia con hijos hay que pagar un precio: el egoísmo”;
la libertad, no sólo como una capacidad de elección, sino de elegir el bien: el bien para mi y para los que rodean (esto comporta sacrificio, el precio del egoísmo); el amor, como donación de uno mismo: esa capacidad no sólo de dar, sino de darse: “donde no hay amor, pon amor y sacarás amor”; también recapacita sobre sus errores, sobre el haber estado pagado de sí mismo, el exponer sus ideas sin respetar a las personas, el haberse convertido en un agnóstico por comodidad, por no querer implicarse internamente en lo que la Iglesia Católica enseña.

También hay otros problemas que preocupan al escritor y que pone en boca de su personaje principal: el engaño, la mentira, la credulidad de la sociedad ante temas aberrantes como el aborto o la eutanasia, el todo vale si lo que prima es la sociedad del confort… ¿Los “viejos tiempos” son de suyo desechable y sólo vale lo nuevo? ¿No habrá en las cosas tradicionales sabiduría que perdure para siempre?

Muchos podrán estar en desacuerdo con las opiniones de Michael O´Brien, pero no deben formarse opiniones si no han leído el libro. Porque el libro, señoras y señores, es un monumento a la literatura. ¿Qué decir? Que está excepcionalmente bien escrito y estructurado, que se deja leer con suavidad, no es agresivo, es entretenido (no olvidemos su trama de continua acción).

Friday, August 14, 2009

Taylor, Patrick. Doctor en Irlanda. Espasa, 09. 366 páginas.

Se podría decir que nos encontramos ante una novela con el socorrido tema de un médico rural. En este caso dos médicos rurales: el viejo y experimentado doctor O`Reilly y el inexperto y juvenil doctor Barry Laverty. Pero no es una de tantas de esas novelas; y no lo es porque su autor, Patrick Taylor, es el verdadero protagonista de los
acontecimientos que suceden, pues él nació en Irlanda del Norte, donde se desarrollan los hechos y allí ejerció como médico rural unos años. Si a eso le añadimos que llevaba un pequeño diario de todo lo que le acontecía, tenemos confeccionado el cuerpo de la novela; una serie de sucesos reales vistos desde la distancia, en la tranquilidad de la isla de Bowen (Canadá), donde vive con su familia, siendo un eminente investigador médico.

Ya antes había escrito un par de libros sobre el “Problema” de Irlanda, no traducidos al Español, en plan serio. Y recientemente comenzó a publicar en una revista médica de humor sus andanzas de joven galeno rural en Irlanda. Tuvo éxito y, bien aconsejado, le animaron a escribir la presente novela. Pero el asunto no quedó ahí; en la actualidad lleva escritas cuatro.

Pero metiéndonos ya en honduras, hay que decir que la obra es entretenida, resalta muchos valores humanos, como la amistad, el espíritu de servicio, el trabajo bien hecho, la honestidad y un largo etcétera. Además es divertida. Las historias, que se van enlazando una con otras formando una única trama son originales y están bien expuestas. Para lo que se ve hoy en el mercado del libro resulta todo demasiado bonito, tierno; los malos parecen seres de cartón piedra. Pero, ¡qué caramba!, me alegro de haber leído un libro así y que el autor haya tenido éxito y se haya traducido a otros idiomas. Ya está bien de violencia, esoterismo, terror, erotismo barato, lugares comunes por doquier.

Y digo todo esto sin alabar las dotes como escritor de Patrick Taylor. En este sentido me parece que nuestro hombre es una persona que se expresa con precisión y pulcritud que, incluso, sabe meter en las escenas a los lectores, pero le falta algo: no sé qué es. Una especie de falta de poderío, de ángel, para hacer vibrar al lector con sus historias ciertas. No sé. Quizá no esté el error en las formas, sino en el contenido, tan deleitable y mi paladar, tan estragado de novela de medio pelo, no lo sepa saborear.


Juan Carlos Eizaguirre
10´8´09
Luca, Erri de. El día antes de la felicidad. Siruela, 09. 130 páginas. 13,90 euros

En los antiguos manuales de literatura se decía de algunos escritores famosos, que habían sido “filólogos autodidactas”, dando a entender que su formación no había sido convencional, sino que su escuela había sido la calle, la vida, el experimentar por su cuenta, hasta que encontraron en la escritura el camino, la vocación de su vida.

Yo no conocía la existencia de Erri de Luca hasta que me he topado con esta ingeniosa novela corta titulada El día antes de la felicidad. Sé muy poco de su vida, de su trayectoria como escritor, pero los datos de la solapa son muy contundentes para extraer mucho jugo de este napolitano bohemio de casi 60 años.

Participó de hoz y coz en la protesta estudiantil de 1968. Esto me hace suponer su contacto con el mundo universitario de entonces; pero pocos años después le vemos trabajar como camionero, obrero y albañil. Para después dedicarse por su cuenta al estudio del hebreo y a la traducción de algunos libros del Antiguo Testamento. Y de repente me topo con un escritor de nueve o diez novelas y con cierta difusión en Europa.

En los primeros compases de la novela no sabía que pensar, porque no es una novela al uso, es un producto típicamente italiano: ese estilo surrealista que tan bien reflejan las películas de Sordi o Vittorio de Sicca. La representación de un mundo aparentemente irreal, onírico; plagado de los sinsabores y las pequeñas alegrías que proporciona la vida... Pero todo relatado muy desordenadamente. Tan solo hay un hilo conductor, que son los dos protagonistas principales: Don Gaetano, el típico portero de una casa napolitana de los años cincuenta, que ha hecho la II Guerra Mundial, y un niño huérfano que vive y crece con él, del que casi no se dice el nombre. No hay capítulos, sino como jirones de vida desordenada, sentimientos encontrados, apasionados romances.

Por eso me atrevo a afirmar que estamos ante un abigarrado cuadro costumbrista, no sólo con colores, sino con toda escala de registros humanos que la fantasía humana pueda crear.

He de decir sin embargo que El día antes de la felicidad es una obra para escritores avezados; no se trata de un pasatiempo; hay que meterse en el libro y desmenuzarlo; no digo paladearlo, porque no se trata de una obra de altura, es simplemente una novela bien hecha dentro de su estilo.

No me gustan las novelas con sexo explícito, explicito, ya me entienden. Quizá no tenga razón, pero no entiendo que esos pasajes sean protagonizados por preadolescentes, en plan total. Siempre me ha molestado que la familia se desentienda de ese tema y pretenda que lo haga la Escuela. Desde luego sería un mal menor, si la Escuela contara, en su conjunto, con personal para hacerlo bien.


Juan Carlos Eizaguirre
30.7.09
James. P. D. Muerte en la clínica privada. Ediciones B. 09. 465 páginas. 20 euros.

P. D. James, así se la conoce en el mundo de la literatura, debe andar entre los 89 y 90 años. Me parece admirable y casi increíble que esta intelectual británica siga teniendo arrestos para seguir produciendo novela negra. Y con qué calidad, además. Muerte en la clínica privada tiene todos los condimentos de la novela negra clásica británica, muy distinta en ciertos aspectos de la americana. En la presente novela vamos a encontrar una minuciosa descripción de los protagonistas y su entorno físico, personal y social, que le llevará mucho tiempo. Pero no se preocupen, no aburre: esa primera parte se convierte en una deliciosa novela costumbrista que capta el interés del lector. A modo de ejemplo se podría decir que esta novela es como esos aviones de carga que tardan y tardan en alcanzar su velocidad de crucero, hasta que el fin lo consiguen y pueden ir a más velocidad. Le daré un dato: en esta novela el primer asesinato se produce, más o menos, en la página 128; y la aparición del protagonista principal en la 130. Pero no se me asusten ni se desanimen. No se trata de decir que lo peor ha pasado, y ahora viene lo bueno. Sí es cierto que la primera parte es más lenta, pero no por ello de peor calidad que la segunda; es más, no se entendería la segunda parte sin la primera.

Es así como los autores británicos de novela negra conciben su creación. Porque después vendrá la gestión policial y la serie de nudos y acertijos que hacen aparentemente insoluble el problema. La pericia del inspector de policía y su equipo hará que el o los asesinos cometan algún error y queden al descubierto. Se concluye con un final feliz, donde se describen qué hacen con sus vidas los personajes más importantes de la trama.

Como verán, muy distante de la novela negra americana. Pero, por favor, no confundan la novela negra de ese país con los abundantes thrillers de acción con personajes clónicos y argumento también, así como un estilo de escribir mediocre: lo que importa es la acción, los muertos, los dilemas irresolubles, el terror...

P. D. James ha escrito una novela elegante; como diría un británico: distinguida. Ha sido como un transportarnos a sus años de madurez, cuando compartía mesa y mantel con T. S. Eliot, Chesterton, o con sus amigas (ambas intelectuales) Dorothy Sayers y Agatha Chritie.

Si quieren descansar leyendo o son lectores habituales, no harán una mala elección optando por Muerte en la clínica privada de P. D. James.


Juan Carlos Eizaguirre
7.8.09
Márkaris, Petros. Muerte en Estambul. Tusquets, 09. 239, páginas. 18 euros.

Estoy de acuerdo en que se ubique a Petros Márkaris entre los autores de novela negra europea. Aunque no he leído más que dos novelas suyas: ésta y El accionista mayoritario, que me pareció estupenda. Sí le he seguido por medio de la crítica literaria.

Todo su trabajo hasta ahora traducido al español (cinco novelas) posee una carga llamémosla costumbrista, recreándose en los lugares por donde hace discurrir la acción (que conoce muy bien al parecer) y siendo muy minucioso en el retrato de sus personajes, llenos de vigor y de realismo.

Sin embargo ese trabajo exhaustivo que va parejo a la trama policial, suele enredar a veces el argumento, convirtiéndolo en algo parecido a una novela de viaje. Entiéndanme, una novela de éstas es algo más intimista y profundo; lo que yo quiero decir es que Márkaris encharca la acción trepidante de la búsqueda de una asesina con un viaje de placer a Estambul del comisario Jaritos y su mujer, la boda de su hija, discusiones con su esposa y recreaciones urbanísticas. Y eso a mí particularmente no me gusta: corta, trocea el argumento principal, a pesar de que no se le puede poner ni un pero a la calidad literaria, dicho sea de paso. Porque Márkaris es un muy buen escritor.

Todo comienza cuando Katerina, la hija del comisario Jaritos, no quiere casarse por la Iglesia (Ortodoxa). Gran tragedia familiar en ambos lados, pero sobre todo para Adrianí su esposa. El casamiento tiene lugar. Y pasados unos días, Kostas Jaritos propone a su mujer tomar unas vacaciones. Viajarán a Estambul, desde su Grecia natal. Pero todo se complica: al parecer, una mujer anciana griega ha envenenado a su propio hermano. Ambos viven en Estambul, pero al ser de nacionalidad griega, los superiores de Jaritos aprovechan su estancia en Estambul para que coopere con la policía turca. El plato está servido.

He pasado un rato agradable leyendo esta corta novela. Ya lo he dicho antes, posee una fluidez verbal no pequeña y el argumento, envuelto en el estudio de los personajes y descripción de los ambientes, hace que la novela tenga cuajo, y no sea solo la acción por la acción, que tantas veces buscamos en este tipo de literatura. Deduzco, por lo que leo en la contraportada que el autor es turco de orígenes griego, y que debió vivir en Estambul hasta los 18 o 19 años; y que se marchó a Alemania a estudiar economía, para regresar después a Grecia, que es donde vive actualmente.


Juan Carlos Eizaguirre
14.8.09